“El trabajo más productivo es el que sale de las manos de un hombre contento”
Expresó una vez, Víctor Pauchet, cirujano francés destacado por sus técnicas innovadoras de relacionamiento con sus pacientes – entre muchos otros aportes-. La relación entre bienestar y productividad resulta innegable, el ser humano se encuentra programado, por diseño, para conectarse efectivamente al placer y el bienestar, pero, ¿Cómo se relaciona esto con la productividad?
Existe una amplia evidencia científica que sustenta esta relación entre el bienestar personal y la productividad laboral, desde el surgimiento de la Psicología Positiva y del Comportamiento Organizacional Positivo (2002) expuesto por su fundador Fred Luthansla, -distinguido profesor de distintas Universidades estadounidenses- especializado en comportamiento organizacional; comprendemos con más efectividad a nuestra gente, sus necesidades y motivaciones.
Sin embargo, ahora deseamos invitarlos a imaginar por un momento que no sienten ninguna vinculación entre su actividad laboral actual y su necesidad de autorrealización, por supuesto, comprenden que la seguridad financiera de la familia depende directamente de ello y esta es una de las razones que los sostiene en este puesto de trabajo que no disfrutan; además, se ha tornado complejo establecer lazos filiatorios con sus compañeros o superiores (por mencionar solo algunas de las conocidas necesidades humanas explicadas a través de la Pirámide de Maslow).
De pronto, no consiguen la energía suficiente para realizar sus actividades y aprecian esta sensación de pérdida de tiempo o falta de propósito, el famoso ¨para qué¨, en este escenario,… ¿Logran destacar positivamente en sus trabajo? Probablemente no, al final del día se sienten ¨desconectados¨.
Y es que a nivel mundial este fenómeno se repite; de acuerdo a un estudio realizado por Interface (2017), el 60% de los españoles manifiesta que el nivel de bienestar laboral es bajo; el 18% de los trabajadores americanos se apreciaron menos productivos de acuerdo a investigaciones realizadas por el Queens School of Business y Gallup Organization (2015). En el caso venezolano, el panorama guarda similitud con este escenario mundial debido a la disminución la calidad de los puestos de trabajo (entre muchas otras variables), de acuerdo a Transparencia Venezuela en su informe de Mayo 2021; pareciera entonces que la insatisfacción laboral es una tarea pendiente.
Sin embargo, el futuro pareciera lucir alentador; derivado de la pandemia ocasionada por el COVID-19, las empresas han tenido que habilitar espacios que promuevan el equilibrio entre la vida personal y el trabajo para poder lograr las metas del negocio. Con un trabajador que se hace cada vez más consciente de sus necesidades emocionales, que se permite entenderlas y gestionarlas, la empresa ha tenido que cambiar desde adentro.
La generación de espacios de confianza (tomando en cuenta la complejidad de este aspecto en el entorno digital), la comunicación asertiva y, sobre todo, el acercamiento genuino a la comprensión de nuestros equipos y su entorno, ha colocado sobre el tapete la necesidad de modernizar nuestra visión de la productividad y su relación con el bienestar.
En un momento donde nos replanteamos la forma de vivir el mundo, necesitamos poder descifrar la ecuación exitosa que nos lleve a ese espacio donde el corazón pueda conectarse con la mente y traducirse en trabajo productivo y multiplicación de bienestar.